sábado, 22 de abril de 2023

 

                                 LOS FAMOSOS FRENTE A LA ENFERMEDAD.

                                     II.-  PAPEL DE  LA PERSONALIDAD


                 En el primer artículo de esta serie ya afirmábamos que nuestras observaciones nos hacían sospechar que la fama no era un factor importante en la forma de reaccionar el famoso frente a la enfermedad, pues famosos y no famosos tenían unos pensamientos, temores y comportamiento bastante similares frente a la pérdida de la salud. Y señalábamos que era la personalidad de cada paciente, lo que determinaba, fundamentalmente esas diferencias que encontramos los médicos, cuando estamos a la cabecera de cada enfermo. Personalidad que se forma por la herencia, pero luego se modula por la influencia del ambiente en que se vive. Ambiente que compartimos inicialmente, especialmente en la niñez, dentro de la familia, y que luego, a todo lo largo de nuestra vida, dejamos de compartir, cuando cada persona toma caminos muy diversos en las distintas facetas de su vida, como puede ser la profesional, la educativa, la social, etc. Cambios del ambiente, compartidos o no compartidos, que van a afectar a nuestra personalidad, creándose una interacción mutua, entre estos factores genéticos y ambientales de la misma.  

 Pero vuelvo a mis pacientes famosos y en estas observaciones clínicas, cuando les atendía en mi consulta o a la cabecera de su cama, pude comprobar que, aun dentro del grupo de los que tenían  parecida personalidad y eran famosos, no reaccionaban igual ante la enfermedad. Y empecé a preguntarme que factores de esa personalidad eran diferentes para que tuvieran ese distinto comportamiento. Y fui, casi sin querer, agrupándolos según estas distintas reacciones. 

   En un extremo estaba el grupo de los que toman la enfermedad como un contratiempo externo, como un obstáculo, como un reto, que hay que superar sufriendo, pero del que  saldrían victorioso pues ellos se consideraban fuertes y además la medicina tenía ahora muchas armas para vencer. Motivación que encontraban para vencer a la enfermedad basados en ellos o en la ayuda externa. Como médico, me encantaba encontrarme enfermos de este grupo. Aceptaban fácilmente, y con agrado, cualquier medida terapéutica que les aplicase, por dura o dolorosa que fuera, colaboraban estrechamente y confiaban completamente en mi. Y raramente ponían en duda algo de lo que yo les mandase hacer. Y además no solían hacer caso a algunos de esos amigos visitantes de por la tarde, que saben mucho de todo y que siembran incertidumbres en el paciente, insinuando segundas opiniones o pruebas de medicamentos milagrosos. 

  En el otro extremo, estaban los que pensaban que la enfermedad era un obstáculo casi insuperable, una amenaza, muy difícil de eliminar, pues no creían tener las capacidades suficientes para vencerla y la medicina, aunque hubiera avanzado mucho, no tendría solución para lo suyo. Su estado emocional era un poco de indefensión frente a la enfermedad y aceptaban, de no muy buena gana, las medidas terapéuticas que determinaba para ellos, por considerarlas ineficaces. Su confianza en mi notaba que no era la que yo hubiera deseado, y daban vueltas en su cabeza a las sugerencias de sus listos visitantes vespertinos. 

     Pero en estos dos grupos no estaban comprendidos la totalidad de mis enfermos famosos, pues ocupando el espacio intermedio cabían otros muchos mas, que estaban más cerca o lejos de de cada uno de esos grupos tan típicos que he señalado, y que ajustaban mucho su comportamiento según el tipo de enfermedad, la agudeza o cronicidad de la misma, el grado de afectación de sus obligaciones profesionales, laborales, familiares, etc.

    Estas formas tan distintas de reaccionar ante la enfermedad determinaban en muchos casos el curso del proceso y el resultado del mismo. En términos generales mis observaciones coincidían con las señaladas por autores que se ocupan del tema, y que por medio de cuidadosos estudios, variados diseños y muchos datos, han demostrado que los pacientes del tipo primero que señalábamos, o los tipos de pacientes que se acercan a esa categoría, y que consideran la enfermedad como un reto que se puede vencer, llevan mejor su padecimiento, sufren menos con los mismos síntomas y tienen resultados mejores.

   Y por el contrario la respuesta del grupo de pacientes famosos del extremo opuesto, o de los cercanos a el, aquellos que señalábamos como indefensos ante la enfermedad, era más desfavorable, sufrían más con su sintomatología y los resultados eran peores. Y la ansiedad y la depresión clínicas ante la enfermedad era de frecuente presentación. 

    Pero nuestro contacto diario, durante sesenta y dos años tratando con enfermos, nos llevaba a pensar que no era solo la personalidad lo que determinaba como reaccionaban nuestros famosos frente a la enfermedad. Y esta conclusión se basaba en observaciones sobre casos concretos, no en especulaciones sin un refrendo en la realidad. Y como muestra, en este momento, recuerdo el caso de un padre y este hijo, ambos famosos, ambos dedicados a la misma actividad artística, ambos pertenecientes al mismo grupo de personalidad que señalábamos antes y que sin embargo reaccionaban de distinta manera, cuando por ejemplo me consultaban los dos por una enfermedad similar, por ejemplo unas anginas o una afonía. Luego en algún componente de la personalidad se debían diferenciar padre e hijo.

   Pero había mas, y era que cuando cualquiera de los dos acudía a mi, en busca de tratamiento, aun para unas parecidas anginas, en unas ocasiones venían como agresivos, incluso exigiendo que les curara, y además pronto, aceptando cualquier medicación. Y la misma persona, ante la misma enfermedad, en otras ocasiones venía muy tranquilo, incluso insinuando que quizá no haría falta ni siquiera tratamiento. ¿ Y saben porqué tan distinto comportamiento con la misma personalidad? Porque había factores externos que les hacía cambiar su conducta respecto a la enfermedad, que se sumaban a los internos, propios de la personalidad. ¿ Y porqué en este caso concreto era la desigual respuesta? Muy sencillo, todo dependía según ellos estuvieran trabajando en gira por provincias o en casa descansando, mas o menos forzosamente. 

Y precisamente a conocer algunos de  esos factores internos y externos dedicaremos los próximos capítulos