VOLVER A VIVIR
No me gusta el título que he puesto a este capítulo, pero es el único que se me ocurre para incentivar su lectura y que se acerca a lo que me ha pasado últimamente, principal causante de que desde Septiembre del pasado año, no haya escrito algo en mi blog.
Todo empezó, como dicen las historias, en los primeros días de Diciembre del año pasado. Un poco de fiebre, malestar general y diagnóstico de Neumonía Intersticial Aguda. Para entendernos; había cogido el Covid infantil, el de los niños, pero que también pueden coger los adultos. Empeoramiento, urgencias, complicaciones cardíacas y respiratorias y de milagro estoy escribiendo ahora, pues estuve a punto de emprender ese viaje sin retorno, que decía mi admirado Machado. Diez días de hospital y a casa, muy débil y aunque sin poder ir de paseo, afortunadamente sin aparentes secuelas. Hasta aquí un caso clínico mas, de los muchos que ocurrieron en esas fechas, con final feliz, terminación que desgraciadamente no fue así en otros muchos casos.
Para aprovechar mi forzosa estancia de recuperación en casa y como mi mente parecía estar bien, intenté volver a la preparación de dos asignaturas de tercero del Grado de Psicología, que estoy cursando en la UNED, para presentarme a los exámenes de Febrero del primer cuatrimestre. Preparación que llevaba muy adelantada cuando enfermé, pues había empezado en Octubre su estudio y ya dominaba todo el temario. Y cuando me dispuse a repasar tema por tema lo estudiado, surgió la sorpresa al mirar el primero y sucesivos capítulos del libro recomendado. Tanto de una, como de otra asignatura, pude comprobar que no recordaba haber leído algo de lo que en ellos estaba escrito. Tenía un olvido total, de lo aprendido tres meses antes.
Pero la cosa no acababa aquí. En la televisión apareció Penélope Cruz y mi mujer me preguntó si me había gustado la película en la que esta estupenda actriz era protagonista y habíamos visto quince días antes de caer enfermo. Y aunque lo intente, no puede contestar sus preguntas acerca del nombre de la película, ni donde la vimos, ni menos de su argumento y si me gusto o no. Y el olvido de otros hechos, actividades, y conocimientos adquiridos en esos meses antes a la enfermedad, tampoco estaban en el recuerdo. Cuando salí por fin a pasear, por Rosales y el Templo de Debod, sitios para mi casi visitados diariamente, me parecieron que era la primera vez que les veía y pisaba. Y cuando ya me dejaron viajar en metro solo, por trayectos muy conocidos, la realización de transbordos hechos antes casi automáticamente por su frecuencia, ahora, precisaban de leer detalladamente todas las indicaciones, incluso preguntar a empleados de cómo se hacían. Disfrutando de unos días en Benidorm, donde paso grandes temporadas, tuve la sensación, caminando por sus calles, de que nunca había estado allí. Y para llegar a la Plaza Triangular, cerca de donde vive mi hermana, plaza que todo habitante de esta ciudad conoce muy bien, tuve que ir preguntando pues había perdido su ubicación completamente. Y ya la gota que colmó el vaso. Cuando fui a la consulta de mi neumólogo de siempre, mi compañero y amigo Marulanda, al entrar en la misma me encontré a otra persona que no conocía y me excuse diciendo que perdonase, que yo venía a ver al Doctor Marulanda. Se levantó con cara de sorpresa y me vino a abrazar diciéndome " que te pasa Alejandro, el Dr. Marulanda, soy yo". No le había reconocido y nos habíamos visto hacia un par de meses.
Como comprenderéis, estos olvidos, me supusieron una gran preocupación, pues podían cambiar de raíz y a peor, el rumbo de mi vida, aunque algún humorista diría que seria una buena justificación a mi conducta, a la hora de quitarme responsabilidades y me perdonasen conductas no buenas, como la de no saludar a los que me cayeran mal, no cumplir lo prometido o no pagar a Hacienda. Me invadió una gran tristeza pensando que el Covid, destruyendo una gran parte de mis neuronas, había eliminado mi capacidad de aprender nuevos conocimientos y por ello, no poder hacer una vida social normal, no ser ya independiente y de perder calidad de vida.. Pero como médico, al corriente de todas las novedades, conozco la plasticidad del cerebro, se que las neuronas pueden nacer, crecer y establecer nuevas conexiones, a cualquier edad, siempre que se las estimule, ya que necesitan adaptar el organismo a los cambios en el ambiente, para que este pueda sobrevivir. Y me propuse darle esos estímulos, para que las nacientes neuronas aprendieran de nuevo parte de lo que se perdió con las que murieron con el Covid. Y el objetivo que mi vida pudiera de nuevo ser parecida a la que tenía antes de caer con la enfermedad vírica y no ser algo obsoleto e inútil.
Y comencé estudiando de nuevo cada tema de una de las asignaturas, y fui comprobando que esos conocimientos aprendidos otra vez en cada tema, los iba grabando perfectamente en mi memoria, y cuando llegó la primera semana de Febrero, y me examiné de esa asignatura, pude comprobar que los había recuperado casi en su totalidad. Y lo mismo fui haciendo con todas mis actividades habituales anteriores al Covid, que había olvidado, como lo de los transbordos en el metro y de nuevo volví a representar en mi mente la cara de los que antes me saludaban en el paseo y yo no contestaba por no acordarme de su cara y menos de su nombre. O los paisajes habitualmente visitados cuya representación mental había perdido, como las calles y plazas de Benidorm. Y mi preocupación, por perder calidad de vida tan bruscamente, fue desapareciendo según iba recordando parte de lo que conocía tres meses antes y que había olvidado, aunque admito, como es natural, que eso lentamente ocurriría con la edad, como parte de la pérdida de facultades físicas y mentales que el envejecimiento ocasiona.
Las secuelas físicas que me quedaron de fatiga fácil al esfuerzo, debilidad muscular, inseguridad en la marcha, y otras comunes después de una enfermedad grave, las fui también eliminando, con la ayuda familiar, la paciencia de mi mujer y aumentando los kilómetros de paseo por Rosales, además de unas sesiones de Gimnasia para mayores en el Centro Municipal del barrio. Y las secuelas psicológicas, se reflejaron en unas reflexiones sobre lo ocurrido y la determinación de algunos cambios en mi conducta, que les iré exponiendo en algún otro artículo si veo que les interesa el tema..
Las razones para dar este testimonio público, de algo tan personal, se debe a varias razones. La principal, para que aquellos de mis lectores que hayan sufrido un problema mental de esta naturaleza, sepan que el cerebro tiene una gran capacidad de regenerarse a cualquier edad y que pueden nacer neuronas y nuevas conexiones a una edad, como la mía o la de alguno de Uds. que tenga mas años. Y que esas neuronas pueden recuperar las funciones de las que habían perdido por una enfermedad, como el Covid, un traumatismo, o simplemente por la edad. Aunque esa recuperación solo será posible si se dan ciertas condiciones, como es la aplicación de los estímulos adecuados que el experto te señale, en un ambiente idóneo y por supuesto, con esfuerzo e ilusión por tu parte. Aun es posible que puedas recuperar alguna actividad perdida, pero tienes que afrontar la labor con optimismo y esperanza de lograrlo. Como yo lo hice, y aunque no me guste ponerme como ejemplo, lo hago por si sirve, aunque solo sea a una persona.
Madrid 2 de Marzo del 2023
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